Estimado Pepe:
Aquí escribí algunos aspectos de lo que me preguntaste ayer sobre el caso de Tamara de Anda y el episodio de acoso. No agota ni pretende hacerlo toda la cuestión sino son únicamente algunas ideas sobre mi posición al respecto. Tampoco espero que agote el diálogo.
Piropear-acosar verbalmente es un acto
de violencia, ya todos lo sabemos. Es una forma de violencia que a pesar de su aparente no fisicalidad (ay, nomás gritó
“guapa” o una guarrada, no la tocó), no deja de ser una forma de agresión, en
tanto expresa su opinión de la apariencia –que generalmente va de la mano de
una connotación sexual (me gustas, estás buena, desearía cogerte…)- de una
mujer sin que ésta la pida.
Ahora, pasemos al tema de las sanciones
al acoso callejero. También sabemos todos que ya es considerado legalmente una
falta. Desconozco cómo fue el debate político-legislativo que produjo esta
realidad, pero así es. También desconozco el debate jurídico-legislativo que
determinó el tipo de sanciones para castigar esta falta. Pero estamos de acuerdo
en que el acoso, en sus múltiples variantes, es una falta legalmente reconocida
y por tanto con sanciones determinadas.
En días pasados, Tamara de Anda
(periodista con una considerable fama, especialmente entre las capas jóvenes e
ilustradas –y digo ilustradas no en sentido peyorativo-, entre otras cosas por
su consabida posición feminista) padeció un episodio de acoso cometido por un
taxista ante lo cual ella decidió denunciar y el tema se viralizó en redes
sociales. Todo lo que ha sucedió en torno al caso no lo voy a repetir aunque
retomaré algunas cuestiones específicas para explicar, en concreto, mi opinión
sobre una de muchas aristas que tiene el tema: el análisis clase-género y su
relación con la sanción ante la falta (si es o no excesiva).
La pregunta que hiciste -a un tuit mío
que decía “Flaco favor le haces si crees
que a un determinado hombre, por ser él mismo oprimido en términos de clase, se
le debe disculpar el acoso.”- fue el siguiente: “Seguimos sin entender el exceso del castigo. Por fa, respondan a eso.”.
Intentaré responder.
Con base en mi experiencia personal y de
investigación, considero que el tema de la violencia (en muchas formas y de
diversos tipos) que despliegan los subalternos no debe ser un tabú. En este
caso concreto, partamos del hecho de que el taxista que cometió la falta es un
sujeto subalterno y que por lo tanto, la sanción que le fue impuesta legalmente
por la falta que cometió (acosar a una mujer, que en este caso se considera
privilegiada con respecto al sujeto que la agredió) aparece o se concibe como
desproporcionada.
Primer punto: la sanción no es
determinada por quien denuncia, sino por el reglamento vigente, así que en este
caso concreto Tamara de Anda no tiene ninguna injerencia para establecer la
sanción y menos para determinar si es justa o desproporcionada. Ella decidió
denunciar, esa fue su prerrogativa, pero hasta ahí, no puede hacer más. ¿O
acaso no debió denunciar?
Segundo punto, que es más bien una
pregunta: ¿La sanción establecida en tal reglamento es justa o
desproporcionada? Insisto en que no soy abogada y desconozco los detalles de la
norma (no sé si en el caso del acoso callejero existen penas mayores o menores
a pasar una noche en El Torito), pero en mi opinión, para el acoso verbal creo
que una sanción administrativa de ese tipo no es lo más útil para efectos de
que el sancionado no repita la falta. Más que pensar en términos de “castigo
excesivo”, prefiero pensar en términos de “la utilidad de la sanción”.
Tercer punto: Como ya dije, entendí que una
parte del argumento de que pasar una noche en El Torito fue “un castigo
excesivo” estaba relacionado con el hecho de que el taxista es, en términos
llanos, un sujeto oprimido (léase, un trabajador, sin dinero ni influencias
para enfrentarse a un sistema judicial que reproduce las desigualdades
sociales, es decir, racista, clasista y machista, entre otras), mientras que la
agraviada es una mujer privilegiada (aunque es también una trabajadora no
racializada, que tiene mayores posibilidades de defenderse, de hacerse
escuchar, tiene una formación que le da cierto margen para ejercer sus
derechos, etc.). En pocas palabras, el argumento sería: ella está abusando de
su poder en contra de un sujeto indefenso. Aquí es donde creo que la cosa se
presta a confusión y manipulación (y eso por no tocar el acoso virtual del que
ha sido objeto Tamara de Anda). Intentaré explicar mi posición.
Para mí lo ideal es que existiera un
sistema de justicia que involucrara mucho más a la sociedad en la educación-readaptación
de los sujetos que cometen este tipo de faltas bajo esquemas de trabajo
comunitario, de procesos en los que tanto el infractor como la gente pudieran
escucharse (me parece más sano rendirle cuentas a los ciudadanos que a un juez
que jamás nos rinde cuentas a nosotros), etc. Pero partiendo de lo que
realmente tenemos, lo que les queda a las mujeres que sufren acoso es o
recurrir a este sistema de justicia (corrupto, ineficiente, que reproduce las
desigualdades, etc.) o irnos a nuestras casas (a llorar, resignarnos o a
organizar la autodefensa).
Desde mi perspectiva, la violencia
ejercida por hombres en contra de mujeres es parte sustancial del sistema
capitalista, que se sostiene gracias al dominio heteropatriarcal. Una cosa es
que no nos guste el tipo de sanciones legalmente establecidas para castigar el
acoso y otra muy diferente que debamos disculpar o no castigar el acoso si lo
comete un sujeto subalterno, so pretexto de que él está siendo más oprimido en
el esquema mayor del sistema capitalista. Las violencias machistas, que van
desde el acoso callejero verbal hasta el feminicidio, son parte sustancial de
este dominio heteropatriarcal que sostiene al sistema económico (y por lo
tanto, no están del todo desconectadas de la opresión que padecen los varones
subalternos). No soy ingenua y es probable que el señor taxista no conecte que
la agresión que cometió tiene relación con las formas en las que el sistema
económico se reproduce y que implican su propia opresión, pero no creo tampoco
que se le ayude al pretender disculparlo en este caso concreto. Por el contrario,
creo que pretender disculparlo es condescendiente.
Que a algunos no les guste la sanción
por excesiva pues qué pena pero es lo que hay. Siempre seré de la idea de que
mientras existan leyes, hay que agotar su uso. La otra es que tomemos la ley en
nuestras manos y nos autodefendamos, en virtud de que las normas y el sistema
judicial está podrido hasta la médula; lejos de juzgar moralmente una opción así, lo que creo es que no es lo más conveniente específicamente para contextos de violencia callejera.
y que opinas de que a Covadonga no lo demando por haberle dicho hola guapa? ademas de decirles guapos a varios hombres en sus tuist?
ResponderEliminarCómo sabes que no conoce a Covadonga y a las personas a las que se refería en los twits? Estabas ahí? La conoces?
EliminarBásicamente se trata del contexto. Esa es la diferencia. El problema no es la palabra (decirle guapa a alguien), sino las condiciones en las que un hombre enuncia eso. En la calle, considerando los niveles alarmantes de violencias machistas que se viven en el espacio público, que un hombre te diga algo sobre tu apariencia sin que tú se lo preguntes resulta, por decir lo menos, agresivo. Supongo que en un bar, ese señor Covadonga y Tamara tienen alguna familiaridad, se han visto, aunque no se hablen frecuentemente, no es la calle, él no se va a escabullir después de saludarle así (como sí ocurre cuando te gritan en la calle: el taxista iba en su auto y desde ahí le gritoneó). Por Dios, no es tan complicado de entender.
EliminarElisa, eludiste entrar en polémica conmigo en Twitter respecto al affaire #LadyPlaqueta y respeté eso aunque luego tú siguieras con el tema y hasta me aludieras al hablar de quienes "nos gana el prejuicio contra #plaqueta", confundimos violencia de género y de clase e incurrimos en falacias", todo eso, según tu muy respetable opinión.
ResponderEliminarYo sí asumo mi prejuicio en contra de las prepotentes como tu amiga, quien por sus contactos es capaz de lograr que se le publicite como la pobrecita víctima de una inexistente campaña masiva de amenazas de muerte en su contra. Te respondí en Twitter reafirmando esa, mi denuncia, mi señalamiento contra ella, y sigo esperando la respuesta que debería dar Artículo19 acerca del -tú lo calificaste así- grave cargo que le hago a Tamara de Anda.
Comentando en sí esta entrada de tu blog, no me extenderé porque como tú misma bien afirmas sólo se trata de intercambiar algunas ideas, que no agotan el diálogo y el tema.
Pienso que comienzas con una errada afirmación tajante: "Piropear-acosar verbalmente es un acto de violencia, ya todos lo sabemos".
Ni piropear es automáticamente equivalente a acoso callejero ni todos "sabemos" (más bien quieres dar la idea de que todos estamos de acuerdo) que es un acto de violencia. No, no lo es necesariamente y, sobre todo, no puedes pretender que lo que tú y tus amigas piensan al respecto es compartido por TODAS las mujeres, ustedes no hablan por TODAS las mujeres, como se pudo comprobar en que muchísimas mujeres fueron las que manifestaron su desacuerdo con la acción de #plaqueta.
Ya que a quien en sí estás respondiendo es a José Merino, él te podrá confirmar el caso de Ana Laura Santos, @alaurita, quien lleva sufriendo 7 años de acoso sexual de un hombre que le envía fotos masturbandose. Saqué captura de pantalla de un tuit suyo en el que se refiere no muy positivamente a la justiciera #plaqueta así (no estoy seguro si aparecerá la imagen al dar publicar):
https://drive.google.com/file/d/0B7zEFfrHKdK_cUlLNFlRZzFrbGM/view
Así que ni siquiera han podido convencer a TODAS las mujeres de la justeza de vuestra "causa", Elisa, pero parece prefieres no ver eso porque rompe totalmente tus esquemas.
Para concluir, en cuanto al "contexto". Vuelvo a señalar que no TODAS las mujeres consideran el que un hombre les diga algo sobre su apariencia sin que le pregunte sea "agresivo". Y si hablas de unas nebulosas "violencias machistas" el hecho de que un hombre vaya pasando en un taxi debería dejar claro que NO es una amenaza pues no se va a quedar a "acosar" ya que seguirá su camino.
Lo del "señor Covadonga" sólo podemos suponer la relación que #plaqueta tenga con él, pero lo que sí queda claro es que su entorno de ella en el que se le puede decir "guapa" es el de la gente de "cierto nivel". Un taxista es así, un "invasor" de ese entorno, un igualado. Por Diós o por el Diablo, Elisa, no es tan difícil de comprender qué pésima impresión de clasismo da eso. Hablas de condescendencias y subalternos para exculpar prepotencias y a dominadores.
No existe una "sanción" al piropo, tú amiga "creó", por así decirlo, un "delito", pero sobre eso me extenderé en otra parte.