Según varios
medios de información (El Universal, Tabasco Hoy, etc.) el día 30 de abril se
registró el linchamiento de dos presuntos delincuentes en el estado de Tabasco,
uno en Villa Vicente Guerrero, municipio de Centla, y otro en Tamulté de las
Sabanas, en el municipio de Centro. Sin embargo, el segundo caso ocurrido en
Tamulté se convirtió en noticia varios días después, en concreto el día 5 de
mayo, cuando en Twitter se divulgó un video con imágenes explícitas. El video
divulgado está siendo utilizado como elemento de la campaña sucia en el
contexto electoral en contra del partido Movimiento de Regeneración Nacional
(Morena), esto porque en esas imágenes se escuchan gritos en contra de varios
políticos (se menciona a Ricardo Anaya, a Enrique Peña Nieto y al final se
escucha un grito de “¡Viva Morena!”).
Vayamos por
partes. En un hecho de violencia colectiva como lo es un linchamiento se
entremezclan muchos elementos que es necesario diferenciar. En primer lugar, la
violencia es real, existió, nadie puede negarlo, pero la manera en la que el
hecho violento es reproducido (por reproducido me refiero a las formas en las
que fue registrado y después divulgado) influye en nuestra manera de percibir y
juzgar el hecho. En los años recientes, México ha sido escenario de un muy alto
índice de fenómenos de violencia colectiva, particularmente actos de justicia
por mano propia –ya sean linchamientos o ajusticiamientos cometidos por
vengadores solitarios, especialmente- y me atrevo a decir que esto ya se ha
normalizado, puesto que pocas veces los casos llegan a convertirse en noticia
importante. Los casos sí aparecen en los periódicos pero casi nunca merecen
atención, salvo cuando alguno se “politiza”, es decir, se le confieren
atributos relacionados directamente con cuestiones políticas; en estricto
sentido, todos los linchamientos tienen una dimensión política, pero no todos
se politizan. Un linchamiento se politiza, por ejemplo, cuando es utilizado por
medios de comunicación o adversarios políticos para atacar a las autoridades
que gobiernan en los lugares donde aconteció el hecho.
En segundo
lugar, cuando ocurre un linchamiento es necesario examinar el contexto en el
que ocurre. Tabasco es una entidad con altos índices de violencia incluidos
linchamientos; aunque no es el estado donde más se registran, en los últimos
años ha ocurrido un número importante. De modo que lo acontecido en Tamulté no
es un caso extraordinario, más bien todo lo contrario: en varios municipios de
Tabasco los episodios de justicia por mano propia son más frecuentes de lo que
suponemos. Entonces, ¿por qué este linchamiento está siendo noticia, de manera
descontextualizada, usando solamente un video que muestra además de imágenes
explícitas, un momento de todo un proceso confuso que es un linchamiento?
En tercer
lugar, como dije arriba, el linchamiento es un fenómeno de naturaleza
aparentemente caótica, desordenada, recubierta de rumor y prejuicio y por lo
tanto no puede ser entendido únicamente a partir de una de sus partes o
momentos (en este caso, un video fragmentado reproducido por ciertos medios con
cierta intencionalidad, porque ya sabemos que ningún medio es absolutamente
objetivo). Hacer eso conlleva el riesgo de contribuir a la desinformación, a la
falta absoluta de respeto a la dignidad de las víctimas, a la estigmatización
de las poblaciones de los lugares donde acontece un hecho así, a la pornografía
de la violencia y en última instancia a la confusión y la opacidad. Mientras no
exista suficiente información acerca de lo sucedido –y para eso se necesitan
mucho más que reportes de prensa o en tal caso piezas de periodismo de
investigación mucho más profundas-, lo que se puede saber es poco y es parcial.
No sabemos si hubo incitadores y en tal caso su identidad, no sabemos qué tipo
de problemas o rencillas existen en la comunidad en la que aconteció el hecho,
entre otras muchas cosas importantes de saber para comprender lo sucedido.
Por lo
tanto, desde mi perspectiva y como alguien que ha investigado linchamientos en
el México reciente, me atrevo a decir lo siguiente acerca del uso político del
caso de Tamulté como parte de la campaña sucia en contexto electoral:
- - Que
exista un video de un momento del linchamiento en el que se escuchan gritos en
contra de varios políticos y alguna consigna política no es suficiente para
asegurar que quienes protagonizaron el linchamiento son militantes de Morena.
- - Desprender
de la existencia de este video la afirmación de que los militantes de Morena
llaman a la violencia también es falaz, primero por lo que dije arriba, no
sabemos si efectivamente son militantes de Morena, y segundo porque un hecho así
mostrado, sin contexto y aislado, para emitir culpabilidad sin pruebas es falto
de cualquier sentido de justicia.
- - Usar
un video fragmentado de un linchamiento para politizar un hecho así, específicamente
para abonar a una campaña sucia en contexto electoral es ruin. Deducir a partir
de ese video que los militantes o simpatizantes de Morena “amenaza con hacer lo
mismo con los contrincantes de AMLO” (como dijo Heriberto Yepez en su cuenta de
Twitter), es algo muy irresponsable y absolutamente repudiable. Lo de Yepez es
sólo un ejemplo de varios (incluido el uso que también hizo el pseudoperiodista
Ricardo Alemán, quien en este mismo contexto hizo una apología del delito
mediante un meme para un posible asesinato del candidato presidencial de
Morena).
Tan repudiable es un linchamiento como quienes lo usan para
llevar agua al molino de sus filias, fobias o teorías de conspiración de su
preferencia. Pero en medio de la campaña sucia electoral, es particularmente
preocupante ver los modos de manipular el tema de la violencia a partir de
noticias e imágenes fragmentadas y sacadas de contexto.